En este videoblog:
Llegué a Miami y quise enseñaros la habitación del hotel antes de desordenarla, porque siempre me gusta hacerlo nada más llegar. Estaba agotada, pero os la enseñé: el armario, la plancha (que me vino genial porque tenía toda la ropa arrugada), y el baño con varios productos. Me ascendieron de categoría y me dieron una habitación mejor, lo cual me encantó. Tenía una cama enorme solo para mí y vistas a la piscina. Había mucho más espacio del que esperaba, todo muy mono.
Al día siguiente, me desperté a las 4 de la mañana y como estaba nublado no pude ir a la playa, así que decidí ir de compras. Llevaba una bolsa extra por si tenía que facturar, pero fue un error porque la llené de cosas nuevas. Me compré unas zapatillas blancas y dos sudaderas.
Después me cambié a otro hotel en el centro de Miami. Era más sencillo, aunque estaba bien. Igual que en el otro hotel, había plancha, lo cual me alegró mucho. Las vistas desde el piso 18 eran impresionantes, me quedé un buen rato mirando los rascacielos, porque vivo en una ciudad sin edificios altos. Lo más curioso fue encontrar una Biblia en el cajón, algo que nunca había visto en un hotel, y menos en inglés.